En ocasiones los apoderados se dejan llevar por la presión de los fanáticos y de las redes sociales para tomar decisiones, como cambiar refuerzos, y cambiar dirigentes. Ayer, los Atléticos de San Germán despidieron a su entrenador Bobby Porrata.

El coach Porrata había dirigido a los Atléticos en el 2014 cuando lo hizo ineterinamente en lo que Manolo Cintron llegaba de Méjico. Bajo Porrata el equipo jugó bien, cuando llegó Manolo el equipo se cayó. Por esa razón, le dieron la oportunidad en el 2015, y nuevamente el equipo le respondió.

Las expectativas para el 2016 eran altas, con un Matt López recuperado, unido a Yao López y al resto de los nativos. Pero las lesiones persiguen a los López: Matt se lastimó un hombro, Yao una rodilla, Raymond Cintron con otra lesión y los Atléticos cayeron a 4 y 7. Y como ususlamente pasa, el dirigente paga los platos rotos. Claro, luego de un juego en el que Ricky Meléndez le espetó 11 canastos de tres a San Germán en la Arquelio, bajo el comando de Felo Rivera, era de esperarse que la gerencia sangermeña hiciera alguna movida.

Somos de los que creemos que los apoderados tienen que ser más pacientes. Si es por los fanáticos, habría que botar a la mitad de los técnicos porque la mayoría de los equipos pasa por rachas negativas.

El BSN nunca deja de sorprendernos. La semana pasada Paco Olmos estaba en Manatí. Renunció para asumir la dirección de Bayamón, donde ha perdido sus dos partidos. Bajo la lógica de los apoderados impacientes, Olmos sería despedido, al igual que Nelson Colon en Ponce, a pesar de que ha ganado dos campeonatos al hilo.

Paciencia señores, los coaches no juegan.