BASKETBALL NBA

viernes, 30 de septiembre del 2016
Hasta luego Kevin Garnett
El tiempo sigue pasando y las generaciones tienen que terminar acabando. Esta semana fue la noticia que ya estaba más que anunciada, la retirada de Kevin Garnett, el Big Ticket. Decía adiós a las canchas tras una carrera llena de grandes vivencias, logros y unas dósis de energías que él solo sabía transmitir. Uno de los jugadores mas talentosos de la historia del juego llega a su fin. Y es que Kevin era un talento natural. Era el prototipo de jugador perfecto y la mentalidad correcta. Desde que entró a la NBA, se le observaba su pedigree de súper estrella.

A lo largo y ancho de su exitosa carrera fue demostrando quién era realmente. Sus despliegues ofensivos y defensivos eran de calidad superior al resto de hombres grandes de la liga. Por eso yo lo llamo, uno de los talentos más puros de la historia del juego. Si te das a la tarea de repasar la calidad de su juego, te darás cuenta que podemos remontarnos en el tiempo y dificilmente encontremos jugadores de sus características. Hombres grandes de su posición y de su nivel hay extremadamente pocos. Tan pocos que, posiblemente podemos contarlos con una sola mano o tal vez una y media. Así de talentoso era el Big Ticket. Cuando hablamos de su despliegue ofensivo y defensivo, es que realmente era un verdadero espectáculo. Tenía movimientos de postes imposibles de imitar. Un tiro de media distancia envidiable y una calidad para resolver con su dribleo muchas situaciones. En defensa era el paquete completo. Desde siempre se dió cuenta que era un privilegiado del deporte y por ende utilizaba todo el arsenal para intimidarte. No le bastaba con ser mucho más talentoso que el resto, sino que con su mente y su boca te domina en defensa.

Estadísticamente, Kevin rompió muchos moldes en su posición. Algunos no recordarán su habilidad para dar siempre el pase correcto, pero era un excelentísimo pasador. Posiblemente el mejor hombre grande pasador de su época, y habría que analizar los tiempos para ver qué lugar ocupa en la historia. Desde la temporada del 1998 hasta la del 2007, nunca bajó su registro de asistencias a menos de 4.0 por encuentro. Incluso tuvo temporadas de seis asistencias por juego. Para un jugador de seis pies y once pulgadas, eso es ser un fenómeno. Sus números siempre fueron de galáctico. Tuvo temporadas de 23 puntos, 14 rebotes y 6 asistencias por juego. Así de eficaz era su juego. Logró muchos logros individuales y era uno de los mejores de la NBA en todo su peak.

Pero no todo fueron días azules en la carrera de KG. Pecó de ser muy fiel
a su equipo de siempre, los Minnesota Wolves. Allí estuvo desde sus unicios en el 1996, hasta que vía cambio en el 2008 prueba suerte en Boston. En la ciudad norteña de Minnesota, Kevin no logró traducir su espectacular juego a títulos de NBA. Simplemente no se le daba y así pasó la mayoría de sus temporadas. Siendo muy fiel y queriendo hacer campeón a un equipo que no tenía ni los recursos, ni el mercado para ser campeón de la NBA. Pero Kevin insistió hasta que no aguantó más y aceptó el cambio que lo llevaría a la tierra prometida de campeones, Boston. La llegada del Big Ticket fue de gran impacto en la ciudad celta. Sabían que el junte de KG iba a rendir frutos gigantezcos.

Allí toda su carrera cambió, su manera de entender el juego fue lo que lo hizo más grande aún. El sabía que tenía que ser el líder de ese gran equipo de Boston. Y así lo asumió. Desde el día número uno, Kevin, lideró a los Celtics. El fruto fue su primer título de NBA en su primer año en Boston. Su juego ya no era de anotar la mayor cantidad de puntos de su equipo, ni de armar jugadas desde el poste, simplemente con su liderazgo y defensa férrea, ganó el título de la NBA. Su radical cambio fue su mejor carta de presentación. En Boston jugó dos finales de NBA consecutivas, ganó un título y se consagró como líder de una escuadra campeonil. Tal vez le llegó tarde la suerte pero le llegó. Con eso KG vivió muchos años, batallando y con la edad en sus pies. Fue profeta en Boston como la vida y el juego se lo debía.

Ahora, llegó el momento de decir adiós, que siempre es lo más complicado. Atrás quedó una carrera sublime y una historia escrita con gran juego. El baloncesto es un deudor eterno, pues siempre le debe a sus jugadores. A Kevin, el baloncesto le debe y resumiendo sus grandes obras es manera de pagarle. Qué más podemos pedirle a este emblemático jugador, rey del Trash Talk, intimidador del juego y talento puro en esencia.




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