BOXEO PROFESIONAL

sábado, 08 de agosto del 2020
La triste realidad de la fanaticada puertorriqueña en el boxeo
(Foto de PR Best Boxing)

Debo confesar que durante muchos años he sentido frustración, molestia y decepción, luego de la derrota de un boricua en el boxeo rentado. Estas emociones no llegaron a mí por las derrotas… sino por la reacción de la fanaticada puertorriqueña. Cuando sus boxeadores pierden, es típico leer el tipo de crítica injusta que terminan doliendo más que los golpes de la pelea. La dignidad humana es un factor inexistente en muchas de estas críticas. Inclusive, algunos pseudoanalístas de boxeo parecieran desconocer por completo el sacrificio que conlleva la preparación del boxeador para un combate y que es un combate de dos, donde el oponente también se preparó para ganar. El peor enemigo de un boxeador es él mismo, pero la fanaticada está en segundo lugar.

Tres eventos independientes fueron los que me impactaron ante esta realidad. El primero de estos fue en el 2007. Luego de la victoria de Floyd Mayweather ante el británico Ricky Haton, éste último se disponía a ofrecer una entrevista en el ring al terminar el combate que le arrebató su invicto. Apenas podía ser escuchado ante el coro de sus fanáticos que gritaban: ´´There´s only one Ricky Hatton´´. Para mí, esto fue como recibir un valde de agua fría. Lo vieron caer por nocaut técnico y aún así se quedaron con él hasta el final. Nosotros sabemos cómo los fanáticos boricuas tratan a los suyos luego de una derrota. Unos meses después hubo otro evento que marcó mucho mi decepción. Carlos ´´El Indio´´ Quintana desafiaba al entonces invicto y campeón de peso Welter, Paul ´´The Punisher´´ Williams. Durante muchas semanas parecía ser el único mocano que veía al Indio tener las cualidades para llevarse la victoria.

Durante muchas semanas escuché a sus compueblanos expresar que era imposible que ganara, que no tenía talento, que era un ´´basura´´ y comentarios despectivos hacia él; comentarios que ni si quiera puedo escribir. Quedé atontado al ver a esa misma gente: celebrar con su familia e incluso abrazarlo al éste llegar a Puerto Rico luego de su victoria. Por último, el evento más decepcionante de todos fue tan reciente como finales del 2018. Apenas podía creer lo que estaba viendo en las redes sociales. Un pseudoanalista de boxeo con acceso a uno de los canales principales de la televisión puertorriqueña se grabó mofándose de José ´´Sniper´´ Pedraza mientras éste se levantaba luego de ser derribado por Vasiliy Lomachenko. Tenemos a un puertoriqueño subcampeón mundial aficionado, también actual campeón mundial en ese preciso momento, en el combate más importante de su vida y se encuentra demostrando que está al nivel de lo mejor del mundo; sin embargo tenemos a un compatriota que supuestamente es analista boxístico burlándose de él porque el mejor boxeador del mundo lo derribó. Honestamente fue uno de los momentos en los que más he sentido coraje en mi vida.

Existe esta noción en la que se cree que el atleta compite por su ´´país´´. Representar a su gente pudiera ser parte de la motivación de muchos, pero no la única razón de competir. Pero esa noción pareciera ser la excusa de una gran masa de fanáticos para exigirles a estos atletas incluso cosas que parecieran estar más allá de sus límites. Debemos comprender algo muy importante; nosotros elegimos al atleta, el atleta no nos elige a nosotros. Nosotros le debemos al atleta, ellos no nos deben absolutamente nada. La victoria es propia del atleta, no de nosotros que no le hemos ayudado en nada. El atleta nos brinda entretenimiento, emoción y nos vende momentos que debemos apreciar. Apreciación que pagamos con nuestro dinero y tiempo.

El atleta no debe ejecutar como yo quiera porque le estoy pagando…yo estoy pagando por cómo ejecuta ese atleta. Nadie le da millones a Lebron James para que luzca como uno de los mejores en la historia, el lucir de esa forma es lo que ha hecho que gane esos millones. El atleta da lo mejor de sí, para sí mismo y nosotros elegimos apoyarle por ese servicio. Esto sucede más con los boxeadores extranjeros… ¿por qué este tipo de apreciación es distinta con los boxeadores de nuestro patio?

Nos vemos en los atletas, psicológicamente nos identificamos con ellos y queremos que tengan éxito porque nos brindan la oportunidad de abrazarla como nuestra. Se pueden dar varios ejemplos con los cuales pudieran identificarse. Cuando un puertorriqueño compite contra un australiano, quiero que gane el puertorriqueño porque soy puertorriqueño. Cuando un aguadillano compite contra un ponceño, quiero que gane el aguadillano porque soy del oeste de Puerto Rico. Cuando un mocano compite contra un viequense, quiero que gane el mocano porque soy de moca. Si ambos son extranjeros y uno habla español, como yo hablo español quiero que gane el que habla español. Si ambos son extranjeros y uno de los boxeadores es tan gordito como yo, entonces quiero que gane ese gordito. Buscamos nuestra representación en los deportistas. Un fanático tiende a elegir seguir a un atleta en base a varios factores: sus habilidades, su esfuerzo, su personalidad, su historia, su éxito y cuánto éste lo representa.

Los últimos dos factores son volátiles ya que es un apoyo que el atleta puede perder en cualquier momento. Cuando un atleta sufre una derrota: sus habilidades se mantienen intactas, su esfuerzo ya lo ha llevado a ese lugar, no afecta su personalidad o historia. Pero cuando un atleta sufre una derrota es un golpe grave al éxito que haya tenido y es un golpe duro a las personas que se identifican con ese atleta por ser una derrota compartida. Esa frustración, coraje y desilusión de la derrota en esas personas debe liberarse de alguna forma. Lamentablemente se libera ante el ataque directo al atleta por ´´no ser digna representación mía´´.

En Puerto Rico a diferencia de deportes como el baseball y el baloncesto; la fanaticada del boxeo es demasiado volatil. Cuando Felix Trinidad perdió su invicto ante Bernard Hopkins, la opinón pública dominante fue que Trinidad se vendió y se dejó ganar. La furia de la fanaticada era notable en cada esquina. La imagen de Trinidad durante esos meses fue resistente gracias al cariño que se había ganado de la gente por su calidad de ser humano. Otros no han corrido con esa suerte. Esto ha sido perjudicial para el deporte, los deportistas y para traer grandes eventos en la isla. Boxeadores puertorriqueños que dan sus primeros pasos en el boxeo profesional tienden a combatir con boxeadores de baja calidad para mantener su invicto. Mientras que el éxito venda más que el talento nuestros boxeadores no podrán desarrollarse.

Los promotores y los boxeadores preferirán estancarse en el desarrollo cualitativo (habilidades) del boxeador para promover su desarrollo cuantitativo (record). Por esto tenemos boxeadores con records espectaculares y con habilidades nada impresionantes. Grandes talentos compiten semanalmente con boxeadores con hambre y talentos a la par en el boxeo aficionado. Esto promueve su desarrollo y los vuelve mejores combate tras combate. Luego debutan demasiado jóvenes y empiezan a competir contra boxeadores que nunca en su vida han ganado una pelea. Esto continua pelea tras pelea y cuando éste boxeador tiene ya unos 10 combates es simplemente la sombra de lo que era cuando debutó. Estamos destruyendo nuestro talento por la exigencia estúpida de los invictos. Un verdadero talento no se define por sus números manipulados sino por su talento presentado en sus ejecuciones.

La fanaticada puertorriqueña debe abrazar la cultura de las MMA´s, debe comenzar a apoyar el talento, el sacrificio, la competitividad, y no el exito que pueda ser manipulado. La fanaticada boricua debe aprender de esto y realmente no es su culpa que no lo sepa. Es una culpa compartida por el negocio del boxeo. La pobre y escasa promoción de las carteleras de boxeo aficionado permite que las personas no conozcan la experiencia de apreciar una cartelera completamente competitiva. La erronea promoción de boxeadores invictos que en base a deshumanizarlos termina siendo un arma de doble filo para sus carreras. El pobre conocimiento del talento real local ya que nos acostumbramos a que la prensa nos diga qué boxeador es bueno y cuál no lo es. El pobre respeto que se le tiene tanto a boxeadores, como entrenadores, promotores y comisiones sin tan siquiera conocer las funciones que tienen o el trabajo que hacen. Todo esto siendo una culpa compartida porque tampoco estos profesionales han tomado el tiempo para dar a conocer las realidades de su trabajo. Por estas razones debemos abrazar todo programa, podcast o redacción que permita a los entrevistados el espacio de brindarnos conocimiento.

La fanaticada puertorriqueña tiene dos poblaciones características: los que aman el deporte y los que aman el momento. En muchos deportes los que aman el momento son una mayoría. Los que aman el deporte son aquellos que lo viven día a día, se educan, lo practican, tratan a los boxeadores con respeto e incluso apoyan el desarrollo del deporte. Los que aman el momento se identifican tan fácilmente como los que tomandose su cerveza, hablan con todos durante una pelea de boxeo y se atreve a pelear que se robaron una pelea cuando ni la vio. Los mismos que repiten lo que diga cualquier periodista o comentarista sin hacer su propio análisis. Eduquemos, hagamos esta mayoría una minoría. Es una responsabilidad compartida de quienes amamos el deporte de los puños y también de aquellas que viven de él. Demosle promoción al talento, no le dejemos ese trabajo a la prensa deportiva que carecen del tiempo, los recursos y en muchas ocasiones la vocación para promover el boxeo. Seamos críticos CON conocimiento y valoremos a todos aquellos responsables por brindarnos un verdadero espectáculo.

Lecturas recomendadas sobre el tema:

https://boxeomundial.com/el-dolor-de-la-derrota-para-un-boxeador/
https://www.facebook.com/ElCaballeroDelBoxeo/photos/una-derrota-puede-ser-la-diferencia-entre-mejorar-o-decaerel-puertorrique%C3%B1o-subr/2691232727627285/
https://www.fdbplus.com/miguel-cotto-y-felix-verdejo-deja-vu/
https://www.quepalo.com/verdejo-5348/




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