BASKETBALL BSN

lunes, 08 de febrero del 2016
Las rabietas de Balkman
La disciplina y el profesionalismo son características fundamentales en cualquier faceta de la vida. El deporte no es la excepción. Está comprobado que los atletas respetuosos siempre tendrán mayores libertades que aquéllos que sean indisciplinados y que sean más recordados por su actitud que por sus habilidades. Este es caso de Renaldo Balkman.

Balkman, estadounidense de raíces puertorriqueñas, es un jugador profesional de baloncesto, que la única razón por la que participa en el Baloncesto Superior Nacional es porque no tuvo cabida en la NBA. A pesar de haber sido seleccionado en el sorteo de Novatos, nunca pudo establecerse como un jugador de rol en los Knicks de Nueva York o los Nuggetts de Denver, a pesar de contar con muy buenas habilidades físicas. Tal vez por estar fuera de posición (no contaba con la estatura para ser power forward ni tenía la puntería para ser small forward), o simplemente porque no tenía la dedicación necesaria para ser parte del equipo.

Así las cosas comenzó la tormentosa relación de Balkman y el baloncesto puertorriqueño. Recordemos que Renaldo fue seleccionado por los Brujos de Guayama en el sorteo de jugadores de nuevo ingreso. En esa temporada, Balkman inicialmente se negó a participar con los Brujos, a pesar de que a finales de la serie regular accedió y jugó muy bien. Sin embargo, en la temporada muerta, fue enviado a los Capitanes de Arecibo por Peter John Ramos. En Arecibo, Balkman pasaría a ser parte de un trabuco.

Pero la actitud de Balkman siempre ha estado en la opinión de los conocedores del básket boricua. Mientras participaba en la liga de Filipinas, fue suspendido por agarrar por el cuello a un jugador de su propio equipo que intentaba separarlo en una reyerta sobre el tabloncillo. Balkman y las faltas técnicas son amigos asiduos. Su temperamento en jugadas que no le han favorecido le han costado puntos, posesiones de balón, y el sábado pasado, la clasificación a sus equipos. En momentos en que los Capitanes se jugaban la clasificación a la próxima ronda de la Liga de las Américas, otra perreta de Balkman le costaron dos faltas técnicas, que al final adelantaron el viaje de regreso a la Villa del Capitán Correa.

Nadie pone en duda la entrega de Balkman. El jugador ha dicho presente en la Selección desde que fue elegible, y da el todo por el todo por la causa que defienda. Pero sus emociones muchas veces le hacen mayor daño que beneficio a sus equipos. La actitud de estrella que trae consigo le hace creer que porque estaba en un roster de NBA puede hacer lo que quiera en cancha. Esas actitudes cuestan puntos, juegos y en ocasiones, traen problemas en los camerinos. Hasta cuándo la gerencia de los Capitanes aguantará esa actitud egoísta?

Irónicamente, en su equipo de los Capitanes, milita un jugador diametralmente opuesto a esta conducta. El alero David Cortés es el vivo ejemplo de lo que es un caballero en la cancha, respetado por sus compañeros, sus oponentes y por los árbitros. Estoy seguro que en cualquier jugada, a Cortés le permitirán más libertades que a Balkman. Y para el beneficio de los Capitanes, Cortés nunca le costará un juego. Al contrario, les ha traído lustre a una franquicia histórica de nuestro baloncesto puertorriqueño




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