BASEBALL MLB

viernes, 09 de noviembre del 2018
Roberto Ortiz en ascenso al arbitraje MLB
FOTOS (Pepo Pereira)

Roberto Ortiz, el joven árbitro de béisbol cagüeño que lleva tres años trabajando en Grandes Ligas, resultó ser el invitado ideal para la charla que dio recientemente ante los estudiantes de la B-You Academy, la escuela especializada en deportes localizada en Caguas.

De 33 años de edad, Ortiz no tan solo es considerado uno de los más prometedores árbitros de béisbol de las Mayores, con grandes probabilidades de convertirse también en el primer árbitro puertorriqueño que se establezca permanentemente en ese máximo nivel, sino que también fue atleta y, luego de alcanzar un bachillerato en educación física en el recinto de Cayey de la Universidad de Puerto Rico, fue maestro de educación física durante cinco años.

Así que estaba más que preparado para brindarle al estudiantado la combinación de experiencias personales y consejos educativos que de seguro Iliana Cordero, directora del plantel escolar, y su esposo Aníbal Zayas, director deportivo, habían deseado al decidir cursarle su invitación.

“No me gustaría que ustedes lleguen a enfrentar una situación como la que yo tuve, cuando se me estaba dando una oportunidad que estuve cerca de no poder aprovechar por no saber inglés”, dijo, por ejemplo.

Así, Roberto narró cómo siempre quiso ser pelotero y llegar a Grandes Ligas, desarrollándose primero en las ligas infantiles y juveniles de Villa Nueva y Villa Blanca, y llegando incluso a estudiar becado en Cayey y desempeñarse como campo corto con el equipo de Orocovis en la Doble A.

Sin embargo, una lesión de la muñeca izquierda le dio fin a su carrera.

“Un día, mi padre, que era árbitro, me dijo que iban a dar un curso de arbitraje en el Solá Morales y yo fui, aunque en realidad todavía lo único que me interesaba era tratar de recuperarme de la lesión y seguir jugando béisbol”, dijo.



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Desde el primer momento, sin embargo, los instructores le detectaron talento como árbitro, y lo mismo ocurrió algún tiempo después cuando vino a la Isla el reconocido árbitro Jim Evans para dar unos cursos y, también, reclutar talento para su academia de arbitraje.

“Querían llevarme a su academia”, recordó Roberto, “pero yo tenía un problema: mi inglés no era lo suficientemente bueno”.

“Me dijeron que con el inglés que yo hablaba iba a tener problemas así que me recomendaron que siguiera preparándome, que aprendiera buen inglés”, continuó.

“En esos momentos me acordé de todos los maestros de inglés que yo había tenido”, dijo, riendo.

De inmediato, Roberto quedó impresionado cuando la directora Cordero, le mencionó que la institución era completamente bilingüe e incluso tenía como requisito de graduación para sus estudiantes el aprobar una clase de inglés conversacional.

“Aunque somos una escuela deportiva y laica, para nosotros lo académico es lo primordial, junto a los valores”, dijo la directora.

“Ya hubiese querido yo estar en una escuela así”, comentó el árbitro.

En fin, narró que cuando tuvo su tropiezo con el inglés, él tomó unos cursos personalizados con una maestra de la escuela donde él trabajaba -la Cooperativa y Acción Social- y mejoró hasta lograr, un año después, ingresar a la academia de Jim Evans.

En 2016, por último, se convirtió en el segundo puertorriqueño en arbitrar en Grandes Ligas -Delfín Colón lo hizo brevemente en 2008-, y luego, en 2017, se mantuvo subiendo y bajando entre Triple A y Grandes Ligas, trabajando en unos 70 juegos en las Mayores.

Lo mismo ocurrió este año cuando, entre otras cosas, en abril, se convirtió en el primer puertorriqueño en arbitrar un juego de Grandes Ligas en la Isla, al trabajar en la serie de dos encuentros que los Mellizos de Minnesota y los Indios de Cleveland celebraron en el Hiram Bithorn.

“Eso ha sido lo más grande que me ha pasado en la vida”, dijo, “el que me vieran arbitrar un juego de Grandes Ligas mis padres, que nunca me habían visto en vivo”.

Hoy en día, aunque técnicamente es un árbitro de las Menores y está asignado a Triple A, Roberto pertenece al selecto grupo de entre 12 y 14 árbitros de reserva de los que escogen a los suplentes por los árbitros de Grandes Ligas cuando estén de vacaciones o sufren algún percance, algo que ocurre con bastante frecuencia porque los cerca de 80 árbitros que estén en las Mayores tienen derecho a coger vacaciones durante la temporada.

“Es un proceso largo y muy fuerte porque a uno lo estén evaluando en todo momento, asegurándose de que uno puede convertirse en un árbitro permanente”, dijo Roberto. “Hay compañeros que han estado hasta ocho años así, como yo estoy ahora, porque para que lo escojan a uno hace falta que se retire algún árbitro de Grandes Ligas”.

Según su impresión, su próxima ventana de oportunidad surgirá antes de la temporada de 2020, cuando se espera que se retiren unos cinco árbitros, “y, si Dios quiere, yo pudiera estar allí”.

De paso, Roberto recordó que, cando estaba jugando en la liga juvenil de Villa Blanca cuando tenía unos 16 años, el mascota de su equipo era un niño como de cinco años llamado Francisco Lindor.

“Un día yo di un jonrón para decidir un juego en una final y tiré el bate así, hacia atrás”, recordó.

En 2017, él estaba arbitrando en segunda base cuando Lindor conectó un jonrón con los Indios de Cleveland.

“Yo no sabía si se acordaba de mí, pero cuando le hablé y le mencioné aquel jonrón, él hasta lo recordaba”, dijo. “Me dijo que hubiese querido tirar el bate así después de su jonrón”.

Por otro lado, Roberto también mencionó como algo único la vez que René Rivera estaba ‘catcheando’ por los Mets, el descendiente de boricuas Seth Lugo estaba lanzando y él estaba detrás del plato, dándose la circunstancia única de que había tres boricuas alineados en esos momentos.

Para finalizar, Roberto resumió su mensaje de esta manera: “El talento no te lleva a nada si no has trabajado y te desarrollas”.

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