FUTBOL LA LIGA
lunes, 28 de noviembre del 2016
Como en los peores tiempos, el Fútbol Club Barcelona anda lejos de la órbita que ellos acostumbran a estar. Irreconocible en su juego y carentes de identidad, así ha comenzado el primer cuatrimestre del Barça. Un equipo que preocupa, no por estar a seis puntos del Madrid en Liga, sino porque su estilo de juego ha caído firmemente. A veces el fútbol es de resultados, si ganas jugando a medias no pasa nada, si ganas jugando bien se te aplaude, pero si tu estilo no está funcionando pues algo incorrecto hay en la formación.
Ha llegado un momento de evaluación total en el mundo culé. La lupa al trabajo de Luis Enrique hay que pasarla. Porque el equipo anda en caída libre. Como si la fuerza de gravedad los estuviese maniatando. Un equipo mal parado tácticamente, con sus líneas separadas y ni tan siquiera pudiendo jugar el balón desde atrás con su portero. Un problema total, no para ser amarillista, pero este mal juego del Barça es repetitivo. Y evidentemente hay problemas de táctica, en la forma en que se están planeando los partidos. Ver al Barcelona, correr detrás del balón, sin poder tenerlo por 80 de 90 minutos versus la Real Sociedad, es indicativo que, hay un descontrol en su entorno.
Culpables directos no hay ninguno, aunque el nivel de varios jugadores anda perdido. El trabajo de apellidos como Ter Stegen, Mascheranno, Busquets, Rakitic y Sergi Roberto, son de evaluar. En la medular de la cancha se ganan y se pierden los juegos.
El Barça hace mucho que no define partidos con su toque. Pareciendo que han renunciado a lo preciado de su estilo, mantener la poseción, y ganar el medio campo. No se le ve a sus volantes la conexión necesaria, se notan las distancias entre ellos, no triangulan y sin eso ellos no son el Barça. Históricamente, cuando el Barcelona circula el balón y cuida la creación de sus volantes, es un equipo complicado de vencer. Hoy, no son ese tipo de equipo. Son un equipo que apela más a la brillantez de su tridente. Si su trío logra anotar, el Barcelona puede resolver el partido. Pero eso no puede ganar nuevamente una Liga. Este equipo se distingue por fijarse en los detalles, en el juego asociativo, de conexión certera y hace semanas que ese juego no se le observa.
Casi todos los equipos tienen malos momentos, no existe la perfección en los deportes, solo existe el trabajo y las ganas de virar la situación actual. A una semana del clásico, el Barça llega en un momento finito de carencia de estilo. Perdido e inundado de dudas. Necesitan detenerse, abrir la pizarra, corregir el posicionamiento, exigir detalles, triangular como siempre y entender que aún siendo el Barça hay que querer mejorar. Si su técnico, Luis Enrique, no logra revertir este tipo de juego, veremos al Barcelona quedándose sin títulos este próximo años. Ni la Liga, ni la Champions, ni la Copa. Y el puesto de dirigente será cuestionada en la ciudad condal.
Ha llegado un momento de evaluación total en el mundo culé. La lupa al trabajo de Luis Enrique hay que pasarla. Porque el equipo anda en caída libre. Como si la fuerza de gravedad los estuviese maniatando. Un equipo mal parado tácticamente, con sus líneas separadas y ni tan siquiera pudiendo jugar el balón desde atrás con su portero. Un problema total, no para ser amarillista, pero este mal juego del Barça es repetitivo. Y evidentemente hay problemas de táctica, en la forma en que se están planeando los partidos. Ver al Barcelona, correr detrás del balón, sin poder tenerlo por 80 de 90 minutos versus la Real Sociedad, es indicativo que, hay un descontrol en su entorno.
Culpables directos no hay ninguno, aunque el nivel de varios jugadores anda perdido. El trabajo de apellidos como Ter Stegen, Mascheranno, Busquets, Rakitic y Sergi Roberto, son de evaluar. En la medular de la cancha se ganan y se pierden los juegos.
El Barça hace mucho que no define partidos con su toque. Pareciendo que han renunciado a lo preciado de su estilo, mantener la poseción, y ganar el medio campo. No se le ve a sus volantes la conexión necesaria, se notan las distancias entre ellos, no triangulan y sin eso ellos no son el Barça. Históricamente, cuando el Barcelona circula el balón y cuida la creación de sus volantes, es un equipo complicado de vencer. Hoy, no son ese tipo de equipo. Son un equipo que apela más a la brillantez de su tridente. Si su trío logra anotar, el Barcelona puede resolver el partido. Pero eso no puede ganar nuevamente una Liga. Este equipo se distingue por fijarse en los detalles, en el juego asociativo, de conexión certera y hace semanas que ese juego no se le observa.
Casi todos los equipos tienen malos momentos, no existe la perfección en los deportes, solo existe el trabajo y las ganas de virar la situación actual. A una semana del clásico, el Barça llega en un momento finito de carencia de estilo. Perdido e inundado de dudas. Necesitan detenerse, abrir la pizarra, corregir el posicionamiento, exigir detalles, triangular como siempre y entender que aún siendo el Barça hay que querer mejorar. Si su técnico, Luis Enrique, no logra revertir este tipo de juego, veremos al Barcelona quedándose sin títulos este próximo años. Ni la Liga, ni la Champions, ni la Copa. Y el puesto de dirigente será cuestionada en la ciudad condal.