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domingo, 25 de marzo del 2018
Un llamado a la Diáspora
FOTOS (Suministradas)

El deporte siempre se consolidará como la mayor fuerza unificadora de un país. Por ello, disfruto tanto mi profesión: me brinda la oportunidad de ser testigo de la pasión que se vive como miembro de un equipo en mis funciones como especialista en medicina deportiva. Desde la distancia, he visto esa pasión transformada en la tenacidad de Mi Pueblo que abatido, se niega doblar su frente ante la adversidad. Y nuevamente, se resguarda en el orgullo patrio y la cría Boricua que tanto nos caracteriza.

Hace varios meses, tuve el privilegio de servir como colaborador médico durante el encuentro clasificatorio FIBA entre Puerto Rico y Estados Unidos, celebrado en la ciudad de Orlando, Florida. Previo al partido, hablaba con los entrenadores de nuestro equipo en referencia a las dificultades enfrentadas por la selección nacional a raíz del paso del huracán María. Literalmente, no había una cancha intacta en la isla, por lo menos accesible para facilitar un proceso de pre-condicionamiento previo al partido.



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A todo esto, vi un equipo boricua que con gallardía y cría, dominó la gran mayoría del partido antes de sucumbir ante un equipo americano que claramente, contaba con un roster más descansado. Volví a ese primer amor que me había “enchulao” del basket cuando niño; mis 12 magníficos de antaño. Es por eso que en nuestra genética puertorra, claramente prevalecerá este rasgo de pasión ante el deporte. Lamentablemente, hace falta mucho más que buenas intenciones para mantener vivo este ideal y sobretodo, desarrollar nuestros prospectos para que algún día suden la monoestrellada.

Mi mayor temor es, que bajo la situación económica de Puerto Rico, la Junta de Control Fiscal en sus faenas de recortar presupuestos, considere que los fondos asignados a proyectos de desarrollo deportivo en la comunidad o para nuestros atletas no sean prioridad. Aunque de forma especulativa, entiendo que estás medidas sucederán; solo es cuestión de tiempo. Injusto por demás; el deporte no mide raza, color, sexo, ideologías políticas o preferencia sexual. Tampoco es culpable de la malversación financiera o corrupción gubernamental que nuestra isla ha sufrido por decadas.

Invito a la "Diáspora" que busquemos soluciones creativas para de alguna forma u otra, mantener la vigencia del deporte viable para nuestro pueblo, y sobretodo, para que a nuestros jóvenes atletas no se le arrebate la oportunidad de alcanzar su máximo potencial. Si nosotros, los boricuas en la diáspora (en este caso, la Florida central) promoviéramos concientizar a entidades privadas y comerciales de nuestro creciente poderío socioeconómico, podríamos dirigir esfuerzos de auspicio a diversos grupos de atletas en la isla.

Este patrocinio no necesariamente envuelve el desembolso de dinero; podría ser la concesión de facilidades de entrenamiento, alojó y transporte. Lo bueno de nuestra condición boricua es que cuando se trata del bienestar de los nuestros, no tenemos pudor en pedir un favor, especialmente cuando está precedido por una vida y carrera profesional intachable. Donde quiera que vamos, dejamos nuestra marca y cuando canalizamos correctamente nuestras cría, dejamos huellas e impactamos. En fin, existen una multitud de opciones que ciertamente influenciarán favorablemente el porvenir de nuestros prospectos boricuas.

He aprendido que este esfuerzo no se puede llevar a cabo solo. Sería bueno crear una coalición eventualmente para lograr este fin. El futuro nuestros atletas eventualmente dependerá de ello. ¿Cuántos están dispuestos a un diálogo?
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